Capitulo 27. Fuegos Artificiales

Hola tributos! esta semana ha sido muy complicada para mi he estado muy liada. Pero bueno ya esta hecho el capitulo lo he hecho largo y bonito para que os guste y la espera haya merecido la pena! haber que os parece! intentaré subir los siguientes capitulos a diario como siempre!! disfrutad del capitulo aunque sea un poco tarde ^^

la canción del capitulo de hoy es de la tributo Laura. Una vez más de Taylor!! me encanta! ha sido mi inspiración para la creación de este capitulo! muchas gracias Laura ;)

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Fuegos Artificiales 

Estiro los dedos de los pies lo más tenso y firme que puedo de un lado a otro. Me acomodo en el gran asiento de cuero escarlata brillante. No hay mucha gente en nuestro vagón de hecho somos los únicos ocupantes a excepción de dos personas: un tipo muy apuesto, de unos treinta y tantos años, con un gran bigote rubio. La mujer que comparte la mesa con él es un poco más grande que yo. De unos veinte años a lo sumo. Viste un traje chaqueta rosa chillón muy ceñido, una blusa blanca y un tocado negro a conjunto de los bordados del traje. Tiene un rostro muy bello, la piel muy blanca debido a la alta capa de maquillaje, grandes ojos oscuros y el pelo negro como el azabache. Luce en su pecho un gran collar de oro terminado en un pequeño y caro diamante. Hablaban sobre la economía, la comida y la vida en sí. Había coquetería en su mirada y en su voz. El cascarreo proveniente de la garganta de Effie me obliga a alejar mis pensamientos de nuestros dos curiosos acompañantes de vagón. Pone triunfalmente a la vista su gran bolso dorado y comienza a rebuscar en su interior. Saca dos pañuelos azul eléctrico, un par de gafas estrafalarias, un paquete de pañuelos, chicles de menta fresca, unas llaves, su monedero plateado y los billetes del Liberty Panem Express.

-¡Aquí están!-exclama Effie contenta al conseguir mi atención-Cómo te decía Katniss, sería un problema enorme haberlos dejado en tu casa-Asiento e intento esbozar una sonrisa satisfactoria para Effie. Parece reconfortarle, sonríe y mira por la ventana. Noto la mano de Peeta apretándome los dedos. Lo miro maravillada. Siempre lo he pensado. Peeta esta guapísimo cuando duerme. La luz del sol que entra por la ventana ofrece unos dorados toques a su precioso cabello rubio ceniza. Cómo un perfecto dios griego. Suspiro. Soy como una casa de naipes derrumbada por la maravillosa tormenta de Peeta. Cierro los ojos y apoyo mi cabeza en su hombro. Todo ha ocurrido tan deprisa, la despedida de Gale, el beso… todavía no se lo he dicho a Peeta. Debo decírselo no quiero ocultarle nada pero… no he tenido tiempo. Cuando llegué de la plaza mayor Effie tenía en el vestíbulo dos grandes maletas con toda mi ropa según ella “adecuada para el distrito 4”. En realidad no sé lo que hay en esas maletas, espero no encontrarme con los extravagantes conjuntos de Effie. Arrugo la nariz al imaginarme con un horripilante vestido oro y unas grandes pestañas azul postizas. Subí rápidamente a mi habitación. Me puse unos pantalones cómodos cortos de talle alto en un bonito color carmín, mis sandalias rojas y una blusa blanca. Cuando bajé por la escalera Peeta estaba en la entrada con una perfecta camiseta en azul intenso, como sus maravillosos ojos. Recogimos todas las cosas de León y lo llevamos a la casa de Haymitch. Se quedó sorprendido, al principio no le hizo mucha gracia, incluso lo rechazo varias veces pero después de insistir accedió encantado. Le vendrá bien algo de compañía a parte de gansos y las visitas diarias de limpieza de Hazelle. Estoy cansada. Ha sido un día muy duro. Bostezo. Percibo como el sueño se va adueñando de mi cuerpo. No me opongo cayendo rendida ante sus brazos.

Me despierto sobresaltada ante el agudo silbato del tren que nos anuncia la llegada al capitolio. Peeta y Effie ya están levantados. Me pongo en pie y dirijo mi vista por el vagón. Parece que nuestros curiosos acompañantes ya han ido a recoger las maletas.

-¿Cuánto tiempo tardaremos en llegar al distrito 4?-pregunto algo dormida.

-Mientras dormíais he recibido una llamada del director de la estación. Recordareis que teníamos los billetes para mañana a las 7 a.m. Bueno me debía un par de favores asique nos ha reservado tres habitaciones para el tren que sale esta misma noche. Esa era mi primera elección pero al parecer estaba completo. ¡Tenemos suerte!-se mira el reloj- ¡Debemos darnos prisa queridos! ¡En media hora sale nuestro tren!-dice con una enorme sonrisa- llegaremos mañana antes de comer.

Nos dirigimos al maletero. Para tres personas llevamos siete maletas. Cuatro exclusivamente de la burbujeante Effie. Peeta las ha colocado estratégicamente en un carrito dorado y lo conduce por todo el andén. No hay demasiada gente pero parece que todas sus miradas se clavan en mi nuca. Effie se para ante un bonito y plateado tren de gama.

-¡Os presento al nuevo y exclusivo Liberty Panem Express!-dice maravillada extendiendo los brazos como una azafata de eventos. Peeta y yo nos reímos. Nos dirigimos al fabuloso maletero. Peeta vuelve a cargar con las maletas con una facilidad sorprendente.

-Gracias Querido-dice Effie.

-Nada-exclama Peeta removiendo su pelo con la mano- en la panadería cargaba sacos de harina mucho más pesados.

Agarro la mano de Peeta y junto a Effie entramos en el tren. Peeta y yo esperamos unos segundos en un portentoso salón. Está inspirado en un bonito tema marino. Los sillones son como grandes conchas con pequeñas estrellas. La moqueta, las lámparas y las mesas son de bonitos colores oscilando entre verdes y azules. Y en la pared hay pintando un precioso Poseidón rodeado de bellas sirenas. Me fijo en el objeto que lleva Poseidón. Un bonito tridente plateado. Finnick. Su nombre retumba en mi mente.

-Digno salón del distrito al que vamos-exclama Effie entrando por la bonita puerta azulada-ya están listos los dormitorios- se acerca apenada poniendo una mano sobre mi hombro y la otra sobre el hombro de Peeta-lo siento, al parecer solo hay disponible dos dormitorios.

-No pasa nada-dice Peeta con una enorme sonrisa en los labios- Katniss y yo compartiremos habitación. ¿No te importa, verdad?-me pregunta con una voz provocativa y a la vez burlona. Me encojo de hombros y niego con la cabeza. Los hombros de Effie se relajan y su mirada vuelve a ser alegre y coqueta.

-De acuerdo, entonces vámonos. Ha sido un día muy duro. El equipaje está colocado en vuestros respectivos armarios. Como método de disculpa nos han ofrecido la cena en el dormitorio-dice mientras abre una puerta blanca-este es vuestro dormitorio. La habitación blanca. Yo estoy dos puertas a la izquierda. En la habitación negra. Mañana por la mañana el desayuno se servirá en el salón de Poseidón. No os veré más por hoy –dice dándonos dos besos en la mejilla a cada uno-descansad, mañana será un día lleno de sorpresas.

Effie cierra la puerta. Dirijo mi mirada por todo el dormitorio. La habitación blanca. En el centro de la habitación se alta una preciosa cama con un bonito dosel blanco hueso. La cama de sabanas claras se alza sobre una alfombra de pelo albo. A los lados de la cama hay dos mesas blancas con una lámpara plateada. La pared frontal es de un extraño color grisáceo hay pequeños copos de nieve pintados a mano sobre ella. Las demás paredes son del color predominante en la habitación.

-El dormitorio blanco-exclama Peeta en una carcajada- ¡hasta el baño es blanco!

Le sonrio alegremente. Él me mira fijamente respondiéndome con una media sonrisa. Me siento sobre la cama. Paso mi mano sobre la suave textura de los enormes cojines grises-Me gusta, parece nieve. Peeta se sienta a mi lado rodeando mi cintura con sus brazos. Estrechando mi cuerpo entre ellos.

-Eres la clase de tentación de la que debería salir corriendo ¿sabes?-exclama acercándose a mí-pero sé que si lo hago no voy a llegar demasiado lejos. Mi mente suele olvidar que eres una mala idea-dice sonriendo. Siento como mi estomago se remueve y un dulce cosquilleo recorre toda mi columna vertebral obligándome a cerrar los ojos. Los abro de nuevo. Peeta sigue ahí mirándome frente a mí. Lo suficientemente cerca como para tocar con mis pestañas su mejilla. Quedo atrapada en esos ojos azules mientras la luz del sol se apaga casi por completo. Peeta acaricia mi espalda. Su tacto es realmente mejor de lo que recordaba, lo suficientemente fuerte para hacerme sentir bien. Enredo mis dedos en su cabello. Si sigue manteniendo sus ojos en mí quedaré cautivada por completo. Cómo un niño ante un apreciado y majestuoso espectáculo de fuegos artificiales.