Capitulo 25: Fragmentos de vida

Hola tributos! aquí tenéis el capitulo 25! siento la espera. Ayer no lo pude subir asique aquí lo tenéis lo he echo largo :) espero que os guste. Como sabéis solo habrá un capitulo en el finde semana. Mañana me voy a pasar el día a un chalet asique espero subirlo esta tarde después de comer :) nada más espero que os guste mucho tributos! y que la espera haya valido la pena :)

Y bueno la canción de hoy es de la ganadora de un mini concurso jaja que hice en el tuenti. Era de adivinar una canción (una que sale en Harry Potter) y bueno la ganadora fue: NAME SURNAME! y a elegido esta maravillosa canción que me encanta ^^

25 

Fragmentos de vida

Me pongo de puntillas, intentado divisar a Gale entre los altos matorrales. Parece que no se ha movido. Sigue exactamente donde le dejé. Sentado sobre el gran mantel de bordadas flores azules. El pequeño León tiene su cabeza apoyada sobre su pierna herida. Gale pasa la mano suavemente por su lomo. Aparto las grandes ramas de arbusto quedando totalmente a la vista. Noto como la mano de Peeta me comprime fuertemente los dedos, conteniendo la sangre de mis extremidades. Le dirijo una rápida mirada de reojo. Tiene la cara enrojecida. Las enormes ojeras amorotonadas que ocupan casi todo su rostro despojan a sus bonitos ojos azulados de cualquier destaque. La energética línea de su magnífica mandila se muestra un poco más rígida y severa.

-No te preocupes. Yo hablaré con él.

Gale se pone de pie. Apoyando todo el peso de su cuerpo en la pierna buena. Y observa cada paso que damos acortando la distancia que nos separa de él. Cuando estamos a pocos metros, coloco a Peeta de un pequeño empujón detrás de mí. No quiero que esto vuelva a llegar a las manos. Gale fija su vista en la mano contraria, la que no está enlazada entre los dedos de Peeta. Su pequeño cuchillo reposa sobre la palma de mi mano. No he podido dejarlo tirado entre la alta hierba. Por la inscripción en la hoja debe de ser de su padre. Tal vez sea su único recuerdo. Como yo con la cazadora de piel. Dirijo una última mirada a la inscripción y la releo una y otra vez en mi cabeza:

“Mira con odio la piedra y la golpea con rabia. Saltan fragmentos de vida amalgamados al polvo”

-Hola Gale. Todo está bien-le digo serena y tranquila. Gale me analiza una y otra vez. Intentando descubrir si realmente digo la verdad. Parece convencerse y asiente con la cabeza. En silencio comenzamos a recoger las cosas. Estoy alerta cada vez que Peeta y Gale cruzan la mirada. Pero todo parece calmado. Llevo a León en los brazos, Gale carga con la cesta. Cuando llegamos a nuestro punto de encuentro, ambos paran en seco.

-¿Qué ocurre?-pregunto alterada.

-Sigue. Nos encontraremos en tu casa-dice Peeta pausadamente.

-No te preocupes Catnip. Solo queremos hablar, nada más-me asegura Gale dándome unas palmaditas en la espalda. Se acerca tímido a mi oído. Noto su respiración tan cerca que se me eriza toda la piel al instante-Recuerda mañana a las siente en mi casa. Es día de caza. Quédate el cuchillo, devuélvelo mañana. Es un recuerdo.

Le respondo con una enorme sonrisa. Dirijo mi mirada a Peeta durante unos segundos y comienzo mi camino algo intrigada. Pongo el peso de León sobre una mano sujetando con la otra mano el cuchillo con sumo cuidado. Evitando cualquier accidente. No sé que se traerán entre manos. Espero que nada malo. Tardo más tiempo del que pensaba pero por fin llego a casa. Introduzco la llave algo distraída. La intento girar pero no puedo. Otra vez me tocará forzar la cerradura. Hace tiempo que comenzó a darme problemas, tendré que arreglarla. Dejo a León en el suelo. Sujetándolo entre mis piernas para que no se escape. Con las dos manos en el cuerpo de la llave por fin cede, consigo abrir la puerta. León sale disparado, resbalándose ante el caro parque. Varias enormes carcajadas suben por mi garganta. Cierra la puerta y echo un vistazo a toda la casa. Hace tiempo que no veo a Buttercup. Estoy comenzando a preocuparme. Mañana iré a echar un vistazo por las ruinas de mi antigua casa, tal vez haya vuelto a ir. Siempre que falta por alguna temporada y voy a buscarlo lo encuentro allí. Entre los enormes escombros de la antigua habitación de Prim. Me siento en el sofá, esperando paciente la llegada de Peeta. No dejo de dar vueltas a la cabeza ¿Por qué no han dejado que me quedara en la conversación? ¿Me están ocultando algo? Oigo la puerta. Salgo al pasillo a paso liguero. Peeta trae la cesta y la pequeña cama de León con él.

-¿Ya? ¿Tan rápido?- exclamo sorprendida.

-Si-dice Peeta dejando las cosas en la mesa del vestíbulo.

-¿Y?-pregunto llena de curiosidad. Parece que Peeta no tiene ganas de hablar. Pero le sacaré las palabras una a una si es necesario.

-¿Y?- repite Peeta rodeándome con sus brazos.

-¿No me lo contarás verdad?-pregunto intentando persuadir a Peeta con mi triste gesto. Rodeando su cuello con mis delgados brazos.

-De momento… creo no-susurra dándome un dulce beso en la mejilla.

-¿Nada malo?-pregunto interesada. Respetaré su decisión. Me gustaría saberlo pero si cree que no debería enterarme, será por algo. Tal vez no tenga nada por lo que preocuparme.

-Nada malo-me asegura firmemente trasladando sus tersos y esponjosos labios por todo mi cuello. Al sentir ese extraordinario tacto los poros de mi piel se abrieron como si se tratara de una pequeña dama de noche que abre sus pétalos ante los llamativos rayos del sol. Las cosas solo ocurren una vez por mucho que te esfuerces. Nunca volveré a sentir esta sensación. Nunca volverá a pasar lo mismo. Cierro los ojos disfrutando de la percepción de Peeta.

Katniss- me llama silbando mi nombre-eres tú. Todo es por ti. No te preocupes. Solo hablé con Gale. Hice las paces con él y le pedí perdón-Lo abrazo fuertemente acaricio su espalda con mis dedos-Gracias. Peeta se libra de mi abrazo. Se dirige a la cocina y se sienta en la silla más cercana. Sigo sus pasos, cuando estoy a pocos centímetros me inclino para un gran beso. Peeta es el mejor. Comprensivo, simpático, me hace reír, me quiere y hace cosas por mí aunque las detesta. El cielo es un lugar en la tierra con él. Me besa de una manera dulce y tierna pero con un matiz de pasión y persistencia. Es mejor de lo que jamás pensé. Dicen que el mundo fue construido para dos, solo vale la pena vivir si alguien te ama. Ahora él lo hace.

-Dime lo que quieres hacer- le pregunto. Se levanta, me agarra la mano y sin decir ni una palabra me dirige al patio. Se sienta en un viejo y tosco banco de madera. Me sostiene entre sus grandes brazos y comienza a mecerme en silencio. Dirijo mi mira al cielo, viendo las estrellas. Aún no ha empezado a anochecer, pero están insinuadas por todo el firmamento. De repente, Peeta da un respingón-¿Qué ocurre?-pregunto sorprendida volviendo a la realidad.

-¿No lo has oído?-pregunta poniéndose de pie. Me aparto de sus piernas. Y lo miro interrogante-Acaban de llamar a la puerta-exclama adentrándose en la casa. Lo sigo algo retrasada. Observo desde el pasillo como Peeta abre la puerta. Una mujer joven de peluca azul turquesa resplandeciente no deja de ajustar constantemente su llamativo y dorado atuendo.

-¡Ya era hora! Llevo buscándolos toda la mañana. Este horrible retraso afectará enormemente a mi agenda- exclama acalorada. Parece que sigue tan perfeccionista y puntual como siempre.