Capitulo 20: León

Hola tributos aquí tenéis el capitulo. No lo he podido subir antes porque he estado muy liada asique lo he hecho bastante largo :) Cómo siempre espero que os guste y que leáis el proximo capitulo ;)

La canción de este capitulo es de la tributo Chocolate! la he elegido porque es animada, alegre y creo que Katniss se siente así en estos momentos. Espero que os guste! muchas gracias Chocolate es genial!!

20.

León

Peeta me regala una enorme sonrisa de sus preciosos labios y yo le dedico una cómplice mirada. Mientras los canelones terminan de hornearse preparamos poco a poco la mesa. Hoy comeremos en la cocina. Hace muy buen día, sería ideal comer en el patio. Pero será más rápido aquí además no ensuciaremos tanto. Queremos ir temprano al lago y disfrutar de la tarde hasta que añochezca. Tendré que volver a casa a por un bañador. El cómodo vestido anaranjado es perfecto para pasear y correr por el bosque. Pero se me ha ocurrido una gran idea. Y he convencido a Peeta. Esta tarde comenzaré a enseñarle a nadar. No puedo evitar sonreír al pensarlo. Cojo los últimos cubiertos del segundo cajón de la encimera y los coloco encima de las bonitas servilletas azules que permanecen en la mesa central de la cocina. Peeta prepara con sumo cuidado las largas lonchas de queso que pondrá encima de los canelones. Me acerco lo más despacio que puedo hacia él. Sin hacer ningún ruido. Lo agarro suavemente de la cintura y lo beso en el cuello. Peeta pega un pequeño respingón de sorpresa al notar mis manos alrededor de sus caderas pero en cuestión de segundo relaja todo su cuerpo.

-Voy a buscar a Gale-le susurro en la oreja.

-Vale, no tardes mucho- dice sin girarse, lavándose las manos en el grifo y secándoselas con el paño más cercano- Sabes que me fio completamente de ti... pero de él no.

-No tardaré –le digo mientras vuelvo a dejar su cuerpo en libertad. Me coloco la trenza en el hombro y comienzo a salir de la cocina. Esta mañana decidí dejar mi pelo suelto, pero con los preparativos de la mesa me resulta más confortable tenerlo trenzado. Hacía tiempo que no hacía nada hogareño. Desde que volví al distrito 12 solo he estado con Sae en las comidas, de caza con el hermano de Gale y de vez en cuando con Peeta. Es reconfortable sentir que perteneces a una “familia”. Si puede llamarse así. Aunque siempre tendré a Prim y a mis padres en la cabeza, necesito tener contacto humano.

Abro la puerta dirigiendo una larga mirada a todo el patio. Gale está sentado en el centro del césped. Jugando alegremente con el perrito. Me llevo las manos a la boca asustada al ver como el perro muerde el brazo de Gale. Él hace un horrible gesto de desagrado pero tras unos segundos comienza a reírse fuertemente. Bajo las manos y esbozo una sonrisa. Me acerco a ellos y me siento a su lado con las piezas cruzadas. Al verme el perro se acerca alegre hacia mí, escalando por mi espalda y mordiéndome la trenza con sus pequeños dientecitos. Le regaño dándole un golpe en el hocico. Él se baja rápidamente y comienza a morder un pequeño diente de león que nace entre la verde y alta hierba.

-¿Le has puesto ya nombre? –me pregunta Gale buscando mi atención.

-La verdad… es que no… pero- le digo clavando mi mirada en el pequeño perrito- creo que lo llamaré León.

-¿León? ¿Cómo el diente de león que está mordiendo? –dice Gale entre risas.

-Sí, a mí me parece perfecto. Se me acaba de ocurrir ahora –digo algo irritada. Me gusta ese nombre, no sé porque Gale se ríe. Agarra con sus robustos dedos mi trenza llena de saliva y pega un pequeño tirón consiguiendo captar toda mi atención –Me gusta mucho Catnip –dice altamente sincero.

-Gracias –le digo risueña. Acaricio el suave y dorado pelaje de León. Sus pequeños y dulces ojitos no paran de mirar el diente de león que mordisquea eficazmente- ¿te gustaría que nos lo lleváramos mañana a cazar? Sé que es pequeño pero cuando sea grande ¡será un gran cazador! –exclamo rascándole debajo de la oreja.

-Claro –dice entre risas- Tal vez consigue cazar algún ratón del bosque- Suelto una alegre carcajada. Gale me dirige una intensa y directa mirada.

-¿Te has traído el traje de baño?- le pregunto rápidamente intentando distraerlo para que deje de mirarme así – Esta tarde iremos a el lago.

-La verdad es que no- dice pensativo- pero puedo pasarme por mi casa antes de ir.

-Yo también tengo que ir a mi casa.

-Será divertido-dice esbozando una sonrisa de oreja a oreja. Se pone de pie y me ofrece su mano.

-¿Vamos ya a comer?- le digo mientras estrecho su mano entre mis dedos. De un pequeño tirón consigue ponerme en pie. Inclina la cabeza señalando la casa y comenzamos a caminar. Al vernos el pequeño León nos sigue lo más rápido que puede. Ambos nos reímos al ver como se enreda con sus patas y cae de lado. Se levanta energéticamente y sacude todo su cuerpo. Nos busca con la mirada y corre hacia nosotros. Gale lo coge entre sus brazos y pasamos a la casa.

Por el pasillo el fabuloso aroma a canelones gratinados inunda mi nariz. Gale pone a León en la cesta, y la coloca en la cocina. Este se acurruca cómodamente y se dispone a observarnos hasta su hora de comer. Peeta me coge de la mano poniendo sobre mi palma un cuenco con diminutos trozos de carne troceados cuidadosamente. Se lo agradezco, estamos tan conectados que es como si me leyera el pensamiento.

-Huele muy bien, Peeta. Tiene que estar riquísimo –le digo mientras le pongo el cuenco al pequeño León, que comienza a comérselo rápidamente- por cierto, ya le he puesto nombre.

-¿A sí? –Dice inclinándose sobre mi y besándome en la cabeza- ¿Cómo se llama?- me susurra dulcemente al oído.

-León –le respondo retirándole el cuenco al perro. Me gruñe y comienza a lamer los restos de grasa incrustados en el plástico del recipiente.

-Me gusta-dice Peeta mordiéndome la oreja- por cierto, estás guapísima. Oigo un desagradable carraspeo que rompe la atmosfera romántica que me rodea. Me levanto rápidamente. Gale ha visto todo. Lo miro avergonzada y él me dirige una triste e incómoda mirada. Me encojo de hombros como gesto de disculpa. Peeta comienza a reñir con el perro intentando retirarle el cuenco. Me acerco a Gale y le doy un beso en la mejilla. Susurrándole un “lo siento” lo suficientemente cerca del oído para que él lo oigo y Peeta no. El “click” del horno anuncia que los canelones ya están en su punto liberándome de esta situación angustiosa. Peeta se pone los guantes con una sonrisa triunfante y burlona. Se arrodilla frente al horno y saca los canelones, cerrando la puerta con la rodilla. El fabuloso olor que antes se notaba por el pasillo ahora inunda cada rincón de la cocina. Gale ayuda a Peeta y ambos ponen la bandeja sobre la mesa. Cojo una gran cuchara plana y corto los canelones, sirviendo los platos. Peeta saca también del horno los pinchos de Gale y los coloca junto a las empanadillas, ya puestas en la mesa. Cuando todos los platos están servidos nos sentamos. Disfrutamos de una buena comida entre viejos amigos. Hablamos del tiempo, la vida y cosas sin importancia. Cuando los platos están completamente vacíos. Nos disponemos a recoger la mesa. Una vez fregados y limpiados todos los platos y los utensilios de cocina comenzamos a preparar la merienda para esta tarde.

Gale corta los panecillos y yo los relleno de fiambre –Hacemos buen equipo ¿verdad, Gale? –le digo dándole un golpecito en las costillas. No quiero que vuelva a sentirse incómodo asique le prestaré más atención. Él me responde con una gran sonrisa –Sí la verdad es que no lo haces nada mal Catnip.

-Aquí la tengo- exclama Peeta alegre. Trae consigo una gran cesta de mimbre oscura. La cesta tiene una bonita forma ovalada. En la tapa tiene dos empuñaduras que se abren hacia los lados –Estupendo, ponla aquí – le digo señalando a mi lado. Peeta coloca la cesta sobre la encimera. Pongo los bocadillos alineados una vez que lo he envuelto en papel protector. Cuando hemos puesto un par de bocadillos para cada uno, meto dos botellas de agua, unas cuantas servilletas y un cuchillo.

-¡Ya está!-exclamo cerrando la cesta.

-Bueno yo voy a cambiarme de ropa-dice Gale-¿nos vemos en nuestro punto de encuentro?

-Sí claro. Yo también tengo que ir a mi casa. Nos vemos en media hora más o menos-le respondo cariñosamente mientras lo acompaño a la puerta. Me quedo unos segundos inmóvil en el poyete de la puerta principal viéndolo marchar. Cierro la puerta y me giro. Peeta me espera en el vestíbulo con la pierna apoyada en la pared.

-¿Nos vamos nosotros también?

-Sí. Ponte un bañador mientras cojo la cesta y a León-le digo acercándome a él y besándole en los labios. Peeta se libera de mis brazos y sube rápidamente la escalera.

-¡Peeta!-lo llamo antes de que suba el último escalón-Gracias. Me sonríe abiertamente y se dirige hacia su habitación. Se ha portado como un verdadero amigo con Gale. Siento la necesidad de agradecérselo. Mientras que Peeta se cambia, voy a la cocina. Agarro la cesta con la mano y la llevo al vestíbulo colocándola sobre la cómoda silla de terciopelo blanco de la entrada. Vuelvo a la cocina, me siento en el suelo junto a la cama de León y despierto al pequeño perrito que sigue dormido. Peeta aparece por la puerta de la cocina con un bañador azul a juego de sus preciosos ojos y una camiseta blanca medio transparente que deja adivinar su fuerte cuerpo.

-¡Que rápido!- digo con una sonrisa al verlo -¿nos vamos ya?

-Sí, coge la cesta y yo cojo a León. Me gusta el nombre ¡Suena muy bien!

-Y a mí aún más cuando sale de tus labios-le digo mientras me levanto y lo beso en la mejilla. Juntos vamos al vestíbulo cojo la cesta entre mis brazos y salimos de la casa. Nos dirigimos rápidamente a mi casa. Hace un rato que Gale se fue, no quiero llegar demasiado tarde. Una vez dentro subo las escaleras hacia mi habitación. Peeta me espera sentado en la cocina jugando con León que ha comenzado a despegarse de su profundo sueño. Me adentro en mi gran vestidor. Está algo revuelto de esta mañana asique tardo un poco de tiempo en encontrar algo adecuado para ponerme. Al final hallo un bonito conjunto de baño en tonos verdosos. Me coloco el vestido y salgo rápidamente de la habitación. Bajo las escaleras con una gran sonrisa en mi rostro. Vuelvo a coger la cesta y nos dirigimos a mi punto de encuentro con Gale.

Aprieto el paso. Peeta comienza a dar grandes zancadas para llevar mi ritmo –No te preocupes no vamos a llegar tarde-me tranquiliza poniendo su brazo sobre mis hombros. Lo miro aliviada y continuamos el camino. Ya estamos en la pradera, León comienza a revolverse en su cesta, asique decidimos que siga el camino a pie. Gale nos espera sentado sobre una roca. Al ver nuestras figuras en la lejanía se pone de pie y nos saluda con la mano. Cuando estamos lo suficiente cerca observo su ropa. Lleva una blanca y desahogada camisa abierta dejando al descubierto todo su irreal torso y un bañador azul marino.

-Hola-exclama Peeta cogiendo a León y metiéndolo en su cesta. El pequeño perro se revuelve pero al final se acomoda.

-Hola. Hola Catnip – dice Gale en un tono especial

-Hola. ¿Llevas mucho tiempo esperando?-le pregunto con una enorme sonrisa.

-No. Dos o tres minutos. Bueno todavía nos queda algo de camino asique vámonos ya- dice quitándome la cesta de mis brazos.

Para que os hagáis una idea de León, os dejo una foto. Espero que os guste a mí en especial es una raza que me encanta: