Capitulo 18: enganchado en tu fuego

Hola tributos!! aquí tenéis el proximo cap!! como siempre espero que os guste mucho :)

Aquí tenéis la canción del cap! una que seguro que todos los que adoramos LJDH conocemos! y otra vez de la tributo ISmilee que se esta estrenando con 3 canciones jaja el MP4 con patas jaja ya para los proximos capitulos utilizare las de los demás tributos xD

18.

Enganchado en tu fuego

Miro inmóvil como la figura de Gale comienza a mezclarse con los altos arboles y las viejas casas de la Veta. Cierro la puerta lentamente con una efímera sonrisa. Tengo que haces varias cosas antes de ir a la casa de Peeta. Gale ha dicho que irá en una hora o dos asique tengo tiempo de sobra. Me dirijo a la cocina con un veloz paso. Debo recoger lo antes posible el bermejo charco de sangre que se extiende por el precioso parquet del vestíbulo. Cojo un paño viejo y amarillento situado en el extremo opuesto de la encimera. Lo mojo en abundancia con el agua fría del grifo. Cuando está lo suficientemente mojado lo estrujo fuertemente. Cierro la llave del grifo y voy al vestíbulo. Me pongo de rodillas junto a él. La sangre ha comenzado a resecarse, me costará más trabajo y tiempo del que pensaba. Aprieto energética el paño con las manos y lo froto intensamente contra el suelo. Poco a poco la sangre comienza a eliminarse del suelo hasta que queda completamente borrado. Cómo si nunca hubiera estado. Me pongo de pie con la ayuda de la mano.

Observo el vestíbulo, ya no queda nada el agua de lluvia vertida por la ropa de Gale. Supongo que se habrá evaporado con el calor. Recojo la toalla blanca que le presté a Gale de la silla más cercana. Noto como mis mejillas se sonrojan al recordar ese momento. Cuando Gale se quitaba la ropa ante mis cohibidos ojos. Me giro poniendo rumbo a el lavadero. Meto la toalla en la cesta de la ropa sucia y cierro la puerta. Suspiro y estiro todos los músculos de mis brazos. Me acerco a la cocina lentamente.

¡Ah! ¡La carta de mi madre! Ando hacia la mesa. La carta está debajo de la de Gale. Agarro el sobre con los dedos y me siento en la silla más cercana. Abro el suave sobre cuidadosamente y extraigo la hoja. Aprecio la delicada y perfecta escritura de mi madre. Carraspeo la garganta unos segundos y me dispongo a leer:



“Querida Katniss,

Me ha alegrado mucho recibir noticias tuyas. Hace varias semanas que no hablamos por teléfono. No sé si me habrás intentado llamar. Ayer intenté llamarte pero hay enormes fallos eléctricos desde hace varios días, asique no te preocupes si no da señal. Cuando arreglen el problema prometo llamarte lo más rápido que pueda.

Yo estoy bien, no te preocupes. El trabajo en el hospital es duro y continuo, pero así puedo olvidar. Soy muy feliz en el distrito 4 Katniss, deberías venir algún día. ¿Por qué no? A pasar unas merecidas vacaciones. Puedes traerte a Peeta si quieres. Acércate a él, vi en sus ojos lo mucho que te quiere. Si es como su padre tienes mucha suerte hija. Te hará muy feliz.

Os hecho tanto de menos, a ti... a tu hermana. ¡Nunca la olvides Katniss! Prim siempre estará con nosotras, aunque tú no la veas, aunque no la sientas a tu lado. Cuando estés triste acuérdate de ella. Prim no se ha ido, Katniss, nunca se irá. Ella ha resurgido en nuestros corazones. Como el fénix, bella ave mitológica que renace de sus cenizas.

Piénsate lo de las vacaciones. Tomate el tiempo que necesites. Me ha alegrado mucho escribirte. Estate atenta al teléfono. Por cierto ¿Qué tal con el Doctor? ¿Cuánto tiempo falta para darte de alta oficialmente?

Ánimo hija, ¡Busca tu felicidad! Te quiero

Mamá.”



Recojo mis lágrimas con la yema de los dedos. No he podido contenerme, no emocionarme al ver como mi madre compara a mi linda patito con un fénix. Es tan preciosa… mi madre nunca me había escrito una carta igual. Llena de sentimiento, amor y añoranza. Tal vez vaya a visitarla. Sé que nunca regresará al distrito 12. Es demasiado doloroso para ella, le traería demasiados recuerdos. Suspiro, las manos comienzan a temblarme. Comienzo a relajarme al releer el párrafo dedicado exclusivamente a Peeta. Mi madre cree que me hará feliz. Al final mi madre sí conocía al padre de Peeta. Sonrío felizmente. Abro los ojos de par en par. Hace tiempo que no recibo ninguna llamada del Doctor, desde que me recibí su última llamada donde mi informaba de que mi tratamiento pronto llegaría a su fin. Tal vez lo llamé mañana, no quiero recibir visitas no deseadas.

Meto la carta en el sobre. Dejo la carta de Gale sobre la mesa, se la daré en la casa de Peeta. Tengo que ir antes de que Gale llegue, necesito tener el suficiente tiempo para explicárselo a Peeta. No quiero que se enfade. Salgo de la cocina y me dirijo a la escalera. Me agarro fuertemente a la barandilla, casi tropiezo con el último escalón. Entro en mi habitación y guardo la carta de mi madre, con las otras, en el primer cajón de mi precioso tocador.

Me quito la ropa y la dejo sobre la cama. Quiero arreglarme para la comida. Quiero estar guapa… especial. Voy al baño y me doy una larga y cálida ducha. Envuelvo mi cuerpo con mi toalla favorita. Y me acerco al vestidor. Tras varios largos minutos, no encuentro nada adecuado para ponerme. No quiero ir demasiado elegante, pero tampoco quiero ir como todos los días. Al final del armario encuentro una bonita caja naranja. La cojo en mi regazo y la abro delicadamente. ¡Oh! Es uno de los regalos de Cinna. Hace tanto, que casi ni me acordaba. Un precioso vestido anaranjado. Me lo pongo rápidamente. Es fantástico. Ideal para pasar la tarde. Me miro al espejo varias veces. Estoy realmente guapa, como una chica de revista. El vestido se ciñe brevemente en mi pecho, con una bonita cinta roja que acaba en lazo por la parte de atrás. Desde la cinta cae suelto y pomposo. Es cómodo, dulce y… del color favorito de Peeta. Naranja como el amanecer. Tengo tantas ganas de verlo.

Me arreglo el pelo en el tocador, está casi totalmente seco. En vez de hacerme la trenza, me lo dejaré suelto. Pero me recojo los primeros mechones que caen sobre mi cara con una bonita horquilla. Me levanto del taburete con una bonita sonrisa. Vuelvo al vestidor en busca de unos zapatos cómodos. Al final me decanto por unas bonitas sandalias rojas. Vuelvo a mirarme en el espejo. Realmente parezco una chica en llamas con el precioso vestido de Cinna.

Salgo corriendo de la habitación y bajo a la planta de abajo. Creo que dejaré la carta aquí. No me gustaría que la viera Peeta. El amor que siente por mí no es un juego para él. Ahora lo tengo más claro que nunca. Agarro la cesta del perrito con él dentro y me dispongo a salir de la casa. Cierro la puerta principal y me pongo en camino. Aprieto el paso y llego a casa de Peeta en menos de 5 minutos.

Llamo a la puerta con los nudillos varias veces. Tras varios segundos oigo los perfectos pasos de Peeta. Abre la puerta con una enorme sonrisa.

-Katniss, estaba a punto de ir a buscarte-dice acelerado- pensé que ya no volverías.

-pues aquí me tienes-le digo en una enorme sonrisa. Paso a la casa y dejo al pequeño perrito en la entrada. Lo acaricio brevemente y él comienza a abrir los ojos risueños. Bosteza y sale de la cesta, tropieza varias veces. Creo que sigue medio dormido. Los bebes duermen mucho durante todo el día. Consigue despejarse y va hacia el patio.

-Estás preciosa –dice Peeta totalmente hechizado.

-Gracias –digo mientras me pongo en pie y girando como hice en mi primera entrevista de Los Juegos del Hambre- ¿Te gusta? He elegido este color. Naranja amanecer. Tu favorito.

Peeta se acerca lentamente a mí y me rodea con sus brazos -¿Vuelves a ser la chica en llamas?-dice acercando sus labios a mi oreja.

-Pero solo para ti – digo mientras beso su tierno y suave cuello. Peeta agarra mi cara entre sus manos. Cierra poco a pocos los ojos y comienza a rozar mi rostro con la yema de sus dedos. Los ojos, la nariz, la mejilla, el labio… agarro su tosco dedo entre mis dientes y él abre los ojos sobresaltado. Me quedo totalmente paralizada, sus irreales ojos azules me miran intensamente. Nunca me había mirado así. Sus ojos como un pacifico océano han cambiado por completo como una preciosa llamarada de pasión y deseo. Me acerco a sus dulces labios y lo beso. Lo beso como nunca antes lo había besado. Paso mis manos por debajo de su camiseta acariciando su sutil espalda. Cuando separa sus labios de los míos se queda a pocos centímetros de mi cara.

-Solo un beso tuyo y… ya estoy enganchado en tu fuego. No sabes el efecto que causas en los demás ¿verdad?-dice en tierno suspiro. Vuelvo a besarlo dulcemente, los grandes golpes en la puerta me obligan a regresar a la realidad. ¡Gale! Ya está aquí y todavía no se lo he dicho a Peeta.

-Peeta, ¡espera!-le digo agarrándolo del brazo para que no vaya a abrir la puerta-tengo que decirte una cosa-exclamo en un pequeño susurro.

-¿Qué pasa Katniss?-dice frunciendo el ceño. En este momento está realmente atractivo. Necesito concentrarme para contestarle.

-Es solo que... –digo temerosa- le dije a Gale que viniera a pasar el día con nosotros.

-¡¿Qué?!

-SShh... –le corrijo llevándome la el dedo índice a la boca- Peeta hazlo por mí, no quería dejarlo solo otra vez. He hablado con él y creo que lo ha entendido lo que estoy comenzando a sentir por ti –me llevo rápidamente la mano a la boca al terminar la frase. Sí, es cierto que estoy comenzando a sentir por Peeta pero nunca se lo había dicho.

-Así que me quieres aunque sea un poquito-exclama con una enorme sonrisa de oreja a oreja.

-Un poquito –le digo correspondiéndole la sonrisa – Antes de abrir la puerta… no seas muy duro con él ¿vale?

-Vale, confía en mí.

Agarro fuertemente el manillar y comienzo a abrir la puerta.